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sábado, 14 de enero de 2012

Nadie podrá decir

En sueños, mi alma me sonreía, atravesaba a sí misma, es decir: estaba encontrada en su sendero. Como el gira-sol que gira para encontrar a sí mismo en forma de Sol, fulgor infinito.

Candela es cada ser humano – y en especial, cada mujer.

Extraño mis viejos viajes. Solía cargar una mochila de mí misma y salía a buscar más allá: en los pozos obscuros, en los lagos de lágrimas estancadas, en los silencios meditativos y las montañas de esos sueños que tienden a las alturas.

Claro que nada importa. Porque el viento vuela. Me da tanta emoción que se me turgen los ojos de lágrimas. Si pudiera ser un árbol. Me cortarían, me matarían, pero sólo (de) haber nacido árbol… Arriba el cielo y abajo la tierra. ¿No somos los humanos así también? Pero la división entre hombre y naturaleza… ¡Qué pena! ¡Qué pena qué pena qué pena! Nací mujer y hubiera sido suficiente, porque en mí llevo el infinito océano como para sentirme árbol, cielo y tierra, pero sin embargo este mundo me condena a ser un par de piernas con depilación a día cierto y tendencias, tendencias, tendencias! Sin embargo, hacia lo único que tiendo es al Infinito.

que no lo intenté.

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